Una noche en el club.
El silencio invadía el pequeño espacio del auto. Tan sólo podía escucharse el ruido del motor y los autos pasando a su lado. Jimin repasaba las palmas de sus manos sobre sus piernas, nervioso, incómodo.
Aún más por ese corto lapso de tiempo en el baño, en el que Jungkook parecía querer cortar hasta la más mínima distancia entre ambos. Probablemente él no se hubiera negado a ello.
Y no se culpa, Jungkook parecía estar mejor que cuando era joven. Sus pómulos marcados al igual que su mandíbula. Esos pequeños lunares en su rostro que lo decoraban de una forma hermosa y atractiva, recordaba cuando pasaba la punta de sus dedos por cada uno, intentando formar una figura. La barba incipiente era lo que más le gustaba. No habían pasado los años en vano para él.
Podía divisar su casa a la lejanía. Ansiaba por bajar del auto y entrar a su casa, darse un buen baño, acostarse a dormir y dejar de pensar en todo lo que ocurrió ese día. Se suponía que era para distraerse, no para estar más tenso que los días anteriores.
La voz de Jungkook llamó su atención.
—Jimin...
El mencionado giró su cabeza en su dirección.
—¿Podemos no hablar, por favor? —el tono de su voz parecía fastidiado.
Su mente estaba agotada.
Jungkook aparcó el auto frente a la casa de Jimin. Miró la mano del rizado frente a la puerta, Jeon colocó el seguro en todas las puertas, impidiéndole bajar.
No quería eso, pero Jimin lo obligaba. Tan sólo buscaba la forma de hablar con él, de volver un poco a ellos, aunque fuera una amistad.
No era de su agrado la idea de volverlo a perder.
Park soltó un suspiro cansado. Rodó sus ojos y giró sobre su hombro para verlo.
—¿Qué quieres? —preguntó ahuecando sus mejillas.
Podía tener una idea de lo que pediría.
—Que me digas algo. ¿Tratarás de tener una buena relación conmigo? ¿Dejarás de ignorarme al menos? —podía notar el dolor en su mirada. Sus ojos apagados.
Y sí, tal vez estaba siendo muy duro. Después de todo, también era culpa suya todo lo que los llevó eso.
Mordió el interior de su mejilla. Su rostro se suavizó y recorrió el asiento con sus dedos.
Perdonar era bueno, hacer las pases lo era. Y... su corazón le pedía a gritos volver a tener un poco de ese Jungkook.
—Bien. No te ignoraré y haré mi mayor intento por estar bien contigo. Tampoco debo ser tan duro —una sonrisa débil salía de sus labios.
Jungkook entreabrió su boca. Sorprendido por la respuesta. No esperaba que fuera tan fácil. Es decir, lo dejaría ir del auto aunque le hubiera dicho que no y se fuera al infierno. Esa era su única oportunidad y posible respuesta, y al parecer, funcionó.
—¿En serio? —su tono de voz cambió repentinamente a uno lleno de alegría.
Jimin tuvo que pasar su dedo índice por debajo de su nariz para controlar su sonrisa.
—Sí. ¿Vas a pasar a mi casa por Jonguk? —intentó cambiar el tema o tendría a Jungkook rebasando la línea que Jimin quería marcar después de ello.
Claro que aceptaría llevarse bien, por su hija. Una amistad y nada más que eso. Una amistad con condiciones.
El castaño parpadeó seguidas veces, saliendo de su nube. No recordaba que su motivo para ir a casa de Jimin seguía dentro. Una pequeña distracción.
—Am, sí.
Quitó los seguros de la puerta, a la par que ambos salían.
Jungkook lo seguía casi a brincos felices, como niño pequeño. Su primer paso estaba hecho, tan sólo hacía falta terminarlo y dar inicio al segundo.
Jimin tuvo que tomar unos minutos antes de abrir la puerta, porque, si lo hacía antes, Jeon notaría que sus manos temblaban. No debía saber que era por él.
No contaba con que el castaño estaba lo suficientemente distraído con sus propios planes y satisfacción de obtener una oportunidad, como para fijarse en sus manos.
Abrió la puerta, haciéndose a un lado para dejarlo pasar.
—Pasa.
Jungkook entró y esperó quieto. Jimin cerró la puerta, se deshizo de su abrigo y arrojó las llaves a la mesa del comedor.
—¿Quieres algo de tomar?
—Agua, gracias.
Jimin asintió, yendo a la alacena, tomando dos vasos de cristal.
Jungkook escuchaba el ruido de la cocina. El agua llenando los vasos y los pasos de Park acercándose. Recibió el vaso con una pequeña sonrisa tímida.
La casa parecía estar en completo silencio. Sin rastros de alguien en casa. Jimin arrugó su frente por ello. Jarin solía avisar cuando salía de casa.
Jungkook buscaba a su hijo por toda la casa, tan sólo con la mirada.
—¡Jarin, mi amor, ya llegué! —alzó la voz, esperando que lo escucharan en el piso de arriba—. ¡El señor Jeon está aquí por Jongsuk también! ¿Estás en casa?
Tardó varios segundo en obtener respuesta. Pero la hubo. Una voz temblorosa desde el piso de arriba.
—¡Y-Ya vamos, p-papá!
Jungkook frunció su entrecejo por la respuesta, mientras que Jimin empezó a soltar fuertes carcajadas, negando con la cabeza. Sus manos sobre su cintura, en forma de jarras. Pasaba su lengua por encima de su labio inferior al tomar aire.
Jungkook frunció su entrecejo, desconcertado por la causa de la risa en Jimin. ¿Qué era tan divertido o de qué se había perdido?
—¿De qué te ríes? —preguntó con tono confuso.
Jimin terminó sentándose en el sofá. Abrió su boca y ladeó su cabeza. Señaló las escaleras y volvió a reír.
—¿No tienes ni una idea? —Jeon negó antes de sentarse a su lado—. Ahora resulta que eres tan ingenuo —murmuró—. Tu hijo, y mi hija —señaló las escaleras. Jungkook asentía—. Solos en casa. En la habitación de Jarin, y todo estaba muy tranquilo —seguía sin comprender. Jimin rodó los ojos—. ¡Dios, Jungkook! —se quejó—. Acaba de responderme nerviosa que está por bajar, y lleva... —miró su reloj—, cinco minutos después de eso. Siempre baja a los segundos.
Jungkook abrió su boca al entender lo que ocurría. Señaló las escaleras y miró a Jimin, ofendido.
—Ellos...
Park asintió con diversión. No era algo que lo molestara, había tenido diecinueve años antes, y bastantes experiencias como esas. Jungkook estaba involucrado en su mayoría.
—Ajá, es lo más seguro —se encogió de hombros relajándose en el sofá—. Sólo espero que hayan usado protección.
—Si no, joderé a Jongsuk por mucho tiempo con eso —Jungkook parecía estar en desacuerdo con la buena actitud de Jimin—. ¿Por qué te ríes? No es divertido. Pudimos entrar y escuchar algo. No podría ver a Jongsuk de la misma forma —fingió escalofríos.
Jimin soltó una fuerte carcajada, llevando su mano a su frente.
—Llegamos antes de tiempo. Tampoco creo que hayan querido que los encontráramos así. Están en esa edad, Jungkook. Todos hemos hecho algo de ese estilo. Y Jarin... la he educado para ser responsable con el sexo.
Jeon revolvió su cabello, suspirando con frustración a la par que pegaba su espalda al sofá. Negando con la cabeza y moviendo su pierna.
Jimin tragó con fuerza tras el pequeño recuerdo de una vez que sus padres casi los tenían en la misma situación que él tenía a Jarin.
"—¡Mierda! —soltó Jimin, sentándose en la cama de golpe al escuchar la puerta principal ser abierta. Quitando la mano ajena que descansaba en su cintura.
—Cinco minutos más, rulitos —susurró el contrario con voz somnolienta.
Jimin dio ligeros golpes en el brazo desnudo del castaño, haciéndolo despertar con urgencia.
—Jungkook, amor. Despierta —lo removió—. Mis padres llegaron de su cena.
El castaño salió de la cama en un sólo movimiento. Sus cabellos revueltos delataban lo que había ocurrido, al igual que su evidente desnudez.
Jimin salió de la cama, poniéndose sus bóxers y una camiseta. Jungkook recogía su ropa mientras se paseaba por la habitación. Dos veces estuvo a punto de caerse por sus pasos torpes.
—Cámbiate —alzó la voz con desespero.
Abrió sus ventanas y roció su habitación con un poco de su perfume.
Fue la primera vez que vio a Jungkook vestirse tan rápido.
—¿Tus padres me va a matar? —preguntó con voz temblorosa—. No quiero que me dejen de querer, Jimin —chilló—. Yo no le robé la inocencia a su hijo, él me la robó a mí —lo señaló acusatoriamente.
Jimin negaba.
—Nadie va a matar ni dejar de querer a nadie —ignoró el tema de la inocencia. Aunque fue Jungkook quien se encargó de quitársela—. Saldrás por la ventana, no estamos tan alto. Te puedes apoyar de la pared —lo empujaba hasta la ventana de su habitación.
—Oye, sólo tenías que decirme que ya no quieres novio y lo aceptaría con dolor. No tienes que mandarme directo a mi muerte al aventarme de la ventana —su cuerpo era cada vez más rígido. Jimin tenía que ocupar más fuerza al empujarlo.
—Es eso, o morir de pena con mis padres. Tú decides, amor —se cruzó de brazos, sin empujarlo más.
Jungkook dejó un beso rápido sobre sus labios, yendo directo a la ventana de la habitación. Dispuesto a bajar por esta.
—Te amo —sonrió al girar sobre su hombro.
—Yo te amo más —respondió el rizado antes de verlo desaparecer por la ventana."
—Jimin...
—¿Ah? —sacudió su cabeza, enfocándose en Jungkook.
—Jarin te estaba hablando —señaló las escaleras, donde su hija ya estaba de pie con una sonrisa nerviosa, acariciando sus brazos.
Jongsuk detrás de ella, apretando sus puños, con la vista en su padre.
Pequeñas cosas eran las que confirmaban las sospechas de los mayores. El cabello de Jarin, un poco despeinado para Jimin. Era su padre, conocía a su hija y ella siempre trataba de verse bien, más con su cabello.
Y Jongsuk, él tenía la camiseta puesta al revés.
Jungkook tuvo que girar y mirar a otro lado, antes de burlarse de su propio hijo, de frente.
Tenía que enseñarle a cómo ocultar cualquier detalle para no delatarse la próxima.
Jimin tragó con fuerza y se puso de pie.
—Perdón, amor. ¿Qué dijiste?
—Que porqué llegaron tan temprano. Pensé que tu cita duraría tres horas.
Park arrugó su nariz y negó. No podía imaginarse tres horas con el otro chico. Ni siquiera cinco minutos más.
—Llegué a la conclusión de que no tendré más citas. Mingyu fue un imbécil, la peor cita.
—¿Tan mal te fue? —la menor trató que cambiar el ambiente. Podía sentir un poco esa tensión.
Jimin igual, no quería que su hija se incomodara al pensar que le molestaba lo que había hecho. Así que prefirió contar algo más divertido en esa misma cita.
—Traté de pasar el tiempo en el baño, pero un idiota nos encerró ahí por varios minutos, hasta que alguien abrió por fuera.
Jungkook y Jarin rieron. Su hija por la anécdota. Jeon, por la forma que Jimin se refirió a él.
—Resultó que Mingyu me dejó en el restaurante sin siquiera preguntar dónde estaba.
—Supongo que está acostumbrado a que lo dejen plantado —Jungkook se permitió meterse en la plática. Jarin asintió, dándole la razón.
—Sí, supongo. Hoy no fue mi día.
—¿Y tú qué haces aquí, papá? Quedamos en que te llamaría para que vinieras por mí.
Park intercambió su mirada con Jeon. El castaño no tenía ni idea de qué contestar.
Pensó en ayudarlo.
—Tu papá fue a recoger comida al restaurante donde estaba yo —habló con facilidad—. Nos encontramos, le conté lo de mi cita y se ofreció a traerme.
Jungkook señaló a Jimin.
—Sí, eso fue lo que pasó. Jongsuk, tenemos que irnos, ya es tarde —la urgencia en su voz era evidente.
—Papá, son las nueve.
Jimin sonrió, no creía que diría lo que iba a decir. Y tenía razón, era temprano para ellos.
—Váyanse a seguir viendo su serie o película —respondió con tranquilidad—. Tu papá y yo estaremos aquí, probablemente haciendo lo mismo. O platicando.
Jungkook tuvo que contener una risa.
Ambos menores asintieron, volviendo a la parte de arriba.
Jimin recogió los vasos de la mesa de centro, llevándolos al lavaplatos. Jeon iba detrás de él, no sabía qué hacer en la casa de Park. ¿Debería esperarlo sentado en el sofá? ¿Ayudarlo?
Su única forma de relajarse era bromear, y su nueva distracción, poner nervioso a Jimin.
—¿Así que haremos lo mismo que ellos hacían arriba? —mordió sus mejillas para contener su risotada.
Jimin sintió el rubor subir por sus mejillas. Aún más con cada imagen mental que tenía tras decirle que habían pasado por lo mismo que sus hijos.
—Y-Yo me refería a ver algo —su voz tembló.
Jungkook asintió, pegando su cintura a la encimera.
—¿Puedo preguntarte algo?
Jimin asintió, girando su eje, copiando la misma acción que la de Jungkook. No contestó hasta reponerse, o su voz se quedaría atrapada en su garganta.
—Pregunta.
—¿Dónde está la madre de Jarin?
Jimin chasqueó su lengua, y acomodó sus rizos. Jungkook pensó que sería una pregunta complicada por su reacción, sin embargo, no tuvo molestia en explicarle.
—No sé dónde está. Probablemente en Nueva York —se encogió de hombros. Notó el ceño fruncido de Jungkook, sin entender la respuesta—. Ven, vamos a sentarnos en la sala.
Jeon lo siguió, volviendo al lugar donde estaban a un inicio. Uno al lado del otro.
El menor empezó a hablar sin dar vueltas al asunto.
—Pasé una noche queriéndome divertir en un club, bebí demasiado al punto de creerme hetero —Jungkook sonrió—. Conocí a una chica y ya sabes, coqueteamos y todo. Terminó llevándome a su casa, pasó lo qué pasó... —Jungkook veía el horror en sus facciones. Al parecer no fue algo lindo—. Y al mes me enteré que Jarin venía en camino.
Veía que Jungkook lo escuchaba atento. Un poco de confusión en su rostro era lo que hablaba por sí sola. Podía ser una de las peores historias de cómo se concebió a un hijo. Jimin estaba de acuerdo, Jarin no era una niña planeada, ni siquiera hecha con ese amor que todos dicen tener. Sin embargo, era una niña sumamente amada por su papá, su mayor adoración, por quien él daría todo. No se arrepentía de su desliz.
—¿Entonces no te casaste ni nada?
Jimin negó.
—Cuando ella se enteró de Jarin y me lo contó, hablamos todo. Llegamos al acuerdo que la tendría, pero cuando naciera, ella sería completamente mía. Me daría la custodia total y se deslindaría de sus responsabilidades.
—¿Así de fácil? —preguntó incrédulo.
—Ella no quería tenerla, pero tampoco abortar. Así que le ofrecí eso. Comenzaba a tener mi empleo y no me iba mal. Me gustó la idea de ser papá y ya está.
Jungkook se sorprendía con la facilidad en que Jimin lo contaba. Se imaginaba algo peor.
—¿Entonces no conoce a su mamá?
—No, aunque está consiente de la historia que hay detrás de su nacimiento. Obviamente eso se lo conté siendo mayor, no de niña. No soy mal padre.
—¿No hay novia?
—No.
—¿Ni ex-esposa?
—Tampoco.
—¿Qué has hecho todo esto tiempo, entonces?
«Extrañarte.»
—Nada, pasarla bien.
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